Causas invisibles: una historia que es de todos

Hay historias que no empiezan con una decisión… sino con un entorno.
Con un país.
Una familia.
Una rutina.
Una infancia.
Con una ausencia que se volvió atmósfera.
Con una mirada que nunca llegó.
Con una exigencia tan antigua,
que ya nadie recuerda de dónde vino.
Y hay familias que cargan esas historias sin nombrarlas.
Familias que se rompen, se hieren o se deshacen…
no por crueldad,
sino porque nadie detuvo la historia que venía empujando desde antes.
Porque a veces, lo que duele… no comenzó con ellos.
Ya venía rodando desde mucho antes.
Este texto no busca justificar el dolor.
Tampoco señalar culpables ni ofrecer redención.
Su único propósito es mirar.
Mirar hondo. Mirar sin atajos.
Porque detrás de cada diagnóstico,
cada tragedia,
cada hijo silenciado o madre rota…
hay algo que no se construyó solo.
Hay causas.
Hay historia.
Hay estructuras que ya estaban ahí, moldeando antes de que nadie hablara.
Y si nos atreviéramos a mirar…
quizá podríamos dejar de repetir sin saberlo.
Aquí no hay monstruos.
Hay seres humanos.
Y un sistema que, muchas veces, decide más de lo que creemos elegir.
Este relato se cuenta desde una mirada filosófica concreta:
el determinismo —la idea de que nuestras decisiones, síntomas y silencios tienen causas que nos anteceden—,
y el materialismo dialéctico,
que nos recuerda que la historia, la sociedad, la economía y el cuerpo no están separados…
y que el sufrimiento individual muchas veces es reflejo de una estructura que lo excede.
Esto no es solo una historia.
Es un espejo compartido.
Es la historia de todos.