top of page

LO QUE QUEDA DESPÚES DEL ECO 

Bueno… hemos llegado al final de este proceso.

Gracias por acompañarme.

 

Han sido meses cargados de emociones, preguntas, silencios, aprendizajes… y, sobre todo, de transformación.

Mi intención siempre fue una: compartir algo que tal vez pudiera resonar en alguien.

Y si eso ocurrió, entonces valió la pena.

 

En este camino nos cruzamos con muchas ideas: existencialismo, nihilismo, determinismo, materialismo dialéctico, algo de estoicismo… y sé que falta muchísimo más.

Buscando respuestas, explorando preguntas que no siempre se dejan responder, intentando mirar con otros ojos.

 

Y si algo aprendí entre todo eso, es que no hay una verdad única.

Al menos no aquí. No para todos.

 

Por supuesto que hay sabiduría en esas grandes ideas que atravesaron la historia. Pero al final, ninguna mirada del mundo es suficiente si no te permite respirar. Y vivir.

 

Así que, si puedo dejarte algo, es esto:

no te obsesiones con encontrar respuestas.

Busca comprender. Reflexionar.

Quédate con aquello que te dé paz, aunque no encaje en ningún sistema.

Nunca dejes de ir más allá.

No dejes de aprender.

Y si un día estás abrumado, recuerda que es humano pedir ayuda.

 

Quizá, si leíste con atención, notaste que hay palabras que se repiten a lo largo de estos textos.

Dignidad. Libertad. Elegirse.

No fue casualidad. No fue fórmula.

Fue una decisión consciente.

 

Porque fueron esas ideas —esas verdades— las que más me atravesaron en este proceso.

Las que más encontré en los libros, en las historias de todos, en mí.

Y por eso decidí repetirlas.

No para convencerte, sino para que resonaran.

Para que quedaran como un eco.

Y con el tiempo, se queden contigo.

 

Porque si algo quiero dejarte —más allá de todo lo que intenté construir—

es que mereces vivir con dignidad. Con libertad. Desde ti.

Y ojalá, cuando el ruido sea mucho… esas palabras vuelvan a sonar.

 

Sé que esta no es una obra perfecta.

No escribí esto como filósofo ni poeta, sino como alguien que necesitaba mirar el mundo más de cerca. Y compartirlo.

Seguramente tiene errores, formas que pudieron ser mejores.

Pero… esa imperfección también es parte del mensaje.

Porque esto no fue escrito para enseñar ni por aplauso, sino para habitar lo humano.

 

Lo importante es lo que te resuene.

Lo que se quede contigo.

Lo que te invite a mirar distinto.

 

Porque tú tampoco tienes que seguir sosteniendo un molde que te niega o te etiqueta.

Ni ser ese hombre que calla su dolor.

Ni esa madre que se borra para que otros vivan.

Ni esa mujer que se exige mientras se rompe por dentro.

 

Y si a lo largo de todo este camino —entre símbolos, duelos y preguntas— algo te resonó,

entonces qué bien.

Esa era la intención.

Abrirte la posibilidad de ver que tal vez el dolor que cargas no es solo tuyo.

Y que reconocer eso… ya es un primer paso.

 

No tienes que estar solo o sola.

No tienes que entenderlo todo.

Y aunque yo no te di respuestas, puedes encontrarlas.

En ti y en lo que te rodea.

En los seres que te aman.

En quienes no te exigen perfección.

En algún profesional de la salud que te escuche de verdad.

 

Porque sí… esta historia, aunque empezó en un rincón íntimo, también es de todos.

 

Gracias, siempre, a esa vivencia que me empujó a escribir todo esto.

Esa presencia que —sin saberlo— me cambió.

 

Tal vez tardaste días, meses o años en llegar aquí.

O quizá nunca llegues.

Pero si estás leyendo esto ahora, quiero que sepas que gracias a ti,

hoy tengo una forma distinta de ver la vida.

Y eso te lo agradeceré por siempre.

 

Estas palabras son mías.

Pero si algo te resonó… el significado ya es tuyo.

 

Hasta pronto.

Y gracias —de corazón— por todo… por estar aquí.

© Jesús [Maciel Z], 2024–2025. Todos los derechos reservados. Este artículo y todos los de la sección están protegidos por la Ley Federal del Derecho de Autor. Queda prohibida su reproducción total o parcial, distribución, traducción, modificación o cualquier otro uso sin autorización expresa y por escrito del autor.

bottom of page