top of page

CUANDO TODO PIERDE SENTIDO: DEL SILENCIO INTERIOR AL REENCUENTRO CON UNO MISMO

bln.jpeg
00:00 / 02:20

Una reflexión para quienes sienten que están, pero no están habitando su vida.

“No estoy triste. Tampoco feliz. Solo siento que… no siento.”

 

Esa frase la escucho con frecuencia. Y puede que tú también la has pensado en silencio.

No siempre se trata de dolor agudo, ni de crisis evidentes. A veces, lo que más pesa es esa sensación de estar en pausa por dentro, como si la vida siguiera, pero tú no. Como si te hubieras vuelto espectador de tus propios días.

Vivir sin habitarse: el silencio que no siempre es paz

Podemos tenerlo todo en orden —trabajo, rutinas, vínculos estables— y aun así, sentirnos desconectados.

Como si la vida se hubiera vuelto una lista de pendientes por cumplir, más que un espacio por habitar.

No es tristeza necesariamente. Es una especie de silencio interno, como si algo se hubiera apagado, pero no supiéramos qué.

Martin Heidegger, un filósofo que no hablaba desde la psicología, sino desde la existencia misma, propuso una idea muy sencilla, pero potente:

El ser humano no es una cosa. Es un ser que está lanzado al mundo, siempre en movimiento, siempre eligiendo, siempre construyéndose.

No venimos al mundo “hechos”. Venimos como posibilidad.

Y si dejamos de proyectarnos, de construir algo que sienta verdaderamente nuestro, es fácil perder el rumbo interno.

Dasein: cuando el alma se siente ajena a su propia vida

Heidegger no hablaba de "el hombre", sino del Dasein: el ser que está ahí, en el mundo, expuesto a sus decisiones, a sus miedos, a su libertad.

Y aquí viene algo importante: no siempre nos damos cuenta de que hemos dejado de elegir. Seguimos caminando, sí. Pero a veces sin dirección.

Cumplimos con lo que se espera, seguimos el guion, hacemos “lo correcto”. Pero algo se siente vacío.

Esa desconexión de uno mismo —cuando lo que hacemos ya no refleja lo que somos— es lo que Heidegger llamaba inautenticidad.

Es vivir desde el exterior hacia adentro.

Es responder a lo que “uno debe” en vez de preguntarnos: ¿qué quiero yo, verdaderamente?

El enemigo invisible: vivir como "uno más"

Según Heidegger, una de las razones por las que nos perdemos de nosotros mismos es lo que él llama el Das Man: una forma de ser donde no somos realmente nosotros, sino “la gente”.

“Uno se casa.”

“Uno supera las cosas rápido.”

“Uno debe ser agradecido, aunque no sienta nada.”

“Debo tener éxito y dinero.”

“Tengo que estudiar lo que mis padres esperan.”

“Debo cuidar mi imagen, no puedo mostrarme vulnerable.”

“Tengo que verme bien, para ser valioso.”

“Uno debe estar bien para no preocupar a los demás.”

Y así, nos vamos alejando de nuestra voz interna. Por costumbre, por miedo, por inercia. Y un día, simplemente, dejamos de sentirnos vivos.

La muerte como recordatorio, no como amenaza

Aquí viene una de las ideas más poderosas —y más olvidadas— de Heidegger:

La muerte no es un evento futuro. Es una posibilidad que nos acompaña todo el tiempo.

No lo decía con dramatismo. Lo decía con profundidad.

Saber que vamos a morir no debería paralizarnos. Al contrario: Nos recuerda que la vida es finita. Y por eso importa.

Que no tenemos todo el tiempo del mundo. Y que cada elección es también una renuncia.

Cuando alguien sufre una pérdida, o una crisis, o una enfermedad, a veces lo primero que surge es una pregunta que no estaba ahí antes:

¿Esto es lo que quiero? ¿Así quiero vivir?

Ese momento, doloroso pero lúcido, es lo que Heidegger consideraba una posibilidad de despertar. Volver a preguntarte por tu vida. Y esta vez, no para cumplir con nadie… sino para habitarla como tuya.

Ejercicio simbólico: un año de vida

No es una receta, ni una técnica. Es solo una invitación a mirar distinto.

 

Imagina que te dijeran que te queda un año de vida. No una semana. No un día. Un año entero, lúcido, consciente.

– ¿Qué parte de tu vida dejarías igual, sin pensarlo?

– ¿Qué parte cambiarías hoy mismo?

– ¿A qué le estás dando tiempo que no lo merece?

– ¿Qué has dejado de hacer por miedo?

– ¿Con quién querrías compartir tu tiempo?

– ¿Qué cosas ya no tienen sentido para ti, pero sigues haciendo por inercia?

No se trata de cambiar todo. Se trata de volver a elegir. Porque aunque no podamos controlar muchas cosas, la forma en que habitamos el tiempo sí está en nuestras manos.

Porque… ¿qué sentido tiene vivir bajo las riendas de alguien más?

¿Qué sentido tiene pasar los días cumpliendo expectativas que no elegimos, en lugar de construir una vida que realmente se sienta nuestra?

Vivir con autenticidad no es tener todas las respuestas.

Es atreverse a escucharse con verdad. Y empezar —aunque sea con pasos torpes— a caminar desde lo que realmente es valioso para nosotros. El acto más valiente es volver a elegirse.

A veces, lo más difícil no es cambiar de vida. Es reconocerse perdido y decidir, con humildad, empezar de nuevo. Sin saber del todo hacia dónde. Sin certezas. Solo con una intuición profunda de que así, como estás, ya no puedes seguir.

Ese momento —íntimo, silencioso, a veces imperceptible— es uno de los más humanos que existen.

No es debilidad. Es conciencia. Es la vida pidiéndote que regreses a ti. No para tenerlo todo claro, ni para encontrar respuestas inmediatas. Sino para volver a estar presente en tu propia historia.

Aunque duela. Aunque dé miedo. Aunque no sepas cómo.
Porque el primer paso hacia el sentido no siempre es comprenderlo todo.

 

A veces es algo más sencillo, pero más honesto: preguntarte, con verdad, si estás viviendo como quien eres… o solo como quien te enseñaron a ser.

 

Y en esa pregunta, empezar —por fin— a construir una vida que no solo parezca tuya, sino que te habite.

Cuando perderse no es una pérdida

Y si hoy te sientes perdido… no estás solo. Todo ser humano, en algún punto de su vida, se desconecta de sí. Eso es profundamente humano.

Más aún en un mundo que, desde las redes, la tecnología y los discursos del éxito, nos inyecta a diario todo lo que “debería ser”: cómo deberías verte, sentirte, vivir, lograr. Y así, sin darnos cuenta, nos alejamos de nuestra propia voz.

 

Puede que no estés perdido. Quizá solo es la primera vez que recorres tu camino con consciencia. Y en ese sentido… perderse no es el final.

Es el comienzo para recorrerte.

--------------------------------------------------------------------------------

Esta publicación no sustituye el acompañamiento terapéutico ni representa una postura clínica, sino una reflexión personal desde un sentido filosófico. La complejidad del ser humano es tan amplia, que no existe una única forma de procesar lo vivido. Lo que puede resonar en mí, puede no ser útil para todos. Si necesitas de acompañamiento, no dudes en pedir ayuda o acudir con un profesional, Es humano no tener que sostener solos. 

Comparte de forma anónima

© Jesús [Maciel Z], 2024–2025. Todos los derechos reservados. Este artículo y todos los de la sección están protegidos por la Ley Federal del Derecho de Autor. Queda prohibida su reproducción total o parcial, distribución, traducción, modificación o cualquier otro uso sin autorización expresa y por escrito del autor.

bottom of page